La Twittercrónica fue hasta el Centro de Bienestar Animal La Perla para
apoyar la adopción de las mascotas. Información suministrada por
nuestros lectores indicaba que la situación de orden público en
Altavista impedía que las personas interesadas en adoptar perros o gatos
se acercaran hasta el lugar.
Antes de llegar a sus instalaciones, los ecos de ladridos lejanos se perciben en las calles más altas del corregimiento Altavista. La voz unificada de varios centenares de perros es el comité de bienvenida para los seres humanos que buscan acoger una mascota.
Mientras los perros mueven sus colas, ladran y corren de un lado a otro; los gatos están imperturbables en un módulo que tiene todo el aspecto de un spa felino: cómodas madrigueras, juguetes, cuerdas para trepar y escondrijos a la medida.
La Perla acoge a los perros y gatos desamparados de la ciudad: los callejeros, los abandonados, los que sufren algún accidente. Los perros superan en una proporción de diez a uno a los gatos pero ambas especies reciben la atención de los 55 empleados del lugar, entre ellos 11 médicos veterinarios y una sicóloga clínica que acompaña a las familias en el proceso.
Para Mauricio Gutiérrez, director del Centro, la adopción es tan importante como llevar un nuevo miembro a la familia, por eso se aseguran de tener las mejores condiciones para los animales. Incluso, hay tratamientos de quimioterapia para perros con tumores malignos.
Aunque las adopciones no se dan en una cantidad ideal, el orden público no afecta esta práctica. Quienes trabajan allí aseguran que las adopciones se mantienen. Cada día, cinco familias en promedio salen de La Perla con un integrante de cuatro patas para consentir.
Antes de llegar a sus instalaciones, los ecos de ladridos lejanos se perciben en las calles más altas del corregimiento Altavista. La voz unificada de varios centenares de perros es el comité de bienvenida para los seres humanos que buscan acoger una mascota.
Mientras los perros mueven sus colas, ladran y corren de un lado a otro; los gatos están imperturbables en un módulo que tiene todo el aspecto de un spa felino: cómodas madrigueras, juguetes, cuerdas para trepar y escondrijos a la medida.
La Perla acoge a los perros y gatos desamparados de la ciudad: los callejeros, los abandonados, los que sufren algún accidente. Los perros superan en una proporción de diez a uno a los gatos pero ambas especies reciben la atención de los 55 empleados del lugar, entre ellos 11 médicos veterinarios y una sicóloga clínica que acompaña a las familias en el proceso.
Para Mauricio Gutiérrez, director del Centro, la adopción es tan importante como llevar un nuevo miembro a la familia, por eso se aseguran de tener las mejores condiciones para los animales. Incluso, hay tratamientos de quimioterapia para perros con tumores malignos.
Aunque las adopciones no se dan en una cantidad ideal, el orden público no afecta esta práctica. Quienes trabajan allí aseguran que las adopciones se mantienen. Cada día, cinco familias en promedio salen de La Perla con un integrante de cuatro patas para consentir.
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